martes, 30 de septiembre de 2008

I believe I can fly..

Había algo en sus ojos que pedía piedad, paz. Ya no podía seguir con sus muertes a cuestas. Era todo tan confuso… Pero había que seguir, sino ¿qué? Rest In Peace.

Las sombras en su cabeza dibujaban formas extrañas, y el cuerpo latía cansado. La habitación se le antojaba extensa pero arisca, no se entregaba a sus caricias de poeta consumido. El tiempo que los distanciaba era ya ínfimo, estaban todos del mismo lado.

El whisky era malo, pero sabroso en la ignorancia. Soñó con un sillón de terciopelo rojo y marcas en la piel. Historias que poder contar. Estás perdiendo el tiempo, el tiempo, el tiempo.

Había tal vez una luz, un sonido conocido hasta el hartazgo, un insolente tic-tac que apremiaba en la cabeza. Carrusel mareado de verdades imposibles. Otra pitada a la vida y el humo se acabaría por siempre. Luz blanca, sábanas blancas, paredes blancas. Locura blanca; silencio blanco.

Y los sueños no se iban. Ansías remedio. El alma herida llora por continuar y sanar su vida descartable. ¡Qué tremenda luz la luz del sol! ¿Te enojaste en serio? Basura de plástico, sueño en colores. Vacío blanco.

Falsos eran los carteles de libertad, de justicia. Pero hay que seguir mirando al frente con la cabeza en alto, aún sin distinguir la salida, haciendo o deshaciendo tiempo. Remando contra el más allá, hacia la inmensidad.

Obligación es aquello que te quita el espíritu. Hay que cumplir la condena. Dos años más, dos años más, ¿pero cuántos van? No podés pensar todas las ideas que se te ocurren, esto tiene un sentido. Siempre el mismo disco, siempre el mismo disco, el mismo disco ¡y paredes blancas! ¿entendés?

¡¿Dónde mierda está la puerta?! ¡Quiero salir! Sólo golpes y paredes, y ya no veo otro color.

Tengo tu sombra y una fotografía en blanco y negro. Quiero que hagamos el amor y que ya nada vuelva a romperse. Ya no volver a este lugar.

martes, 23 de septiembre de 2008

Escenas vulgares


Yo tenía un barquito chiquitito chiquitito... Y navegaba por un ancho mar y era feliz. Hasta que un día vino un viento feroz y nos tumbó a los dos... y ahora soy un pez.


-¿Cuál es tu función?- Preguntó el número veinte al nuevo.
-No tengo función
-¿Cómo que no? Todos la tienen
-Pero yo soy nuevo
-Ah, qué mala suerte- Dijo el número veinte.
Y el nuevo explotó, pero siguió siendo feliz. Entonces el número veinte salió al patio y se quedó charlando con el juego de dominó, que era más gracioso que la baraja de póker.

La verja de la casa daba a un jardín secreto, lleno de sueños, gnomos y hadas amarillas. El jardín era infinito, y había mucha gente que le tenía miedo. Pero Pía era su mejor amiga, y solía pasar horas descubriendo cambios y nuevas partes. Siempre que se perdía, un hada amarilla le decía el camino de regreso. Y así pasó el tiempo y Pía se convirtió en un hada amarilla, y jamás pudo volver a salir.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Como una loca!!


Como una loca, descabezada
Como una loca, que me apuñala.
A veces llora, como marrana
Y a veces rie, como alimaña
Se pinta toda,
toda la cara,
reza a la virgen de las guitarras.
Como una loca, descerebrada
Me pide un beso, de una patada.

Se pinta toda,
Toda dorada,
Reza a la virgen de las guitarras.


Ganas de volverme loca y volarme por ahí, de irme yendo y perderme entre guitarras.. Algún día "cuando tenga mucha plata, voy a irme muy lejos".

Coki y sus infalibles killer burritos :)